sábado, 5 de enero de 2013

La inesperada nueva capital del verano



Fue una inesperada sorpresa para los propios pobladores.
En febrero del 2011, cuando la hidroeléctrica de Yacyretá elevó el nivel del Paraná a la cota 83, los habitantes de Encarnación se encontraron con una ciudad renovada, con una moderna infraestructura vial costanera y unas hermosas playas de arena blanca sobre las aguas del río.
Hubo que esperar mucho para llegar a eso. Décadas de atraso en obras que nunca llegaban a concluir. Incontables denuncias de casos de corrupción y manipulación política en los proyectos de reubicación. Y, por sobre todo, sufrir el lento y agónico éxodo de los pobladores de la llamada "zona baja", con la demolición de históricos edificios que marcaron el pulso más vital de la vida social y cultural. Muchos sintieron que con cada pedazo de pared que iban tumbando, estaban arrancando jirones de su propia alma.
Sabían que de los ahogados escombros de la vieja Encarnación iba a nacer otra nueva, más moderna y funcional, abierta a otros desafíos, más allá del tradicional comercio y la producción agroexportadora, de la incipiente industria y del aún poco aprovechado potencial de turismo regional.
Lo que no sabían es que la habilitación de las nuevas playas la iban a convertir en una atractiva ciudad balneario, que rápidamente iba a convocar en forma masiva a turistas veraneantes, al punto en que muchos iban a preferir cambiar sus habituales destinos a las playas brasileñas sobre el océano Atlántico, para invertir en planes de turismo interno en el recuperado Sur.
El verano de 2011 se le vino encima a Encarnación, sin previo aviso. Hoteles repletos, locales gastronómicos saturados y unas playas aún sin infraestructura adecuada que se colmaron de bañistas, generando escenas que evocaban a las de Camboriú o Florianópolis. Aún así, supieron responder a la situación en esa primera temporada y fue admirable el manejo de la seguridad, del cuidado ambiental, del control y de la organización urbana.
Este segundo año, Encarnación sorprende con mayor infraestructura y un nivel de planificación más avanzado para recibir a los veraneantes, sumando propuestas de espectáculos teatrales y musicales, que le dan una atractiva proyección cultural a la temporada.
Evidentemente, autoridades y pobladores han aceptado el reto de convertir a la Perla del Sur en la nueva capital del verano. Hasta ahora lo están haciendo con una visión de responsabilidad que debería ser un ejemplo para otras localidades del país, incluyendo a la propia capital Asunción.


(Publicado en la columna "Al otro lado del silencio", sección Opinión, del diario Última Hora, edición del sábado 5 de enero de 2012).

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