sábado, 15 de diciembre de 2012

¡Adiós, querido Chester...!


Su verdadero nombre es Celso Aurelio Brizuela, pero él se inventó otro que le gustaba más, Chester B. Swann, y así lo recordaremos por siempre, en sus múltiples facetas de músico (“el abuelo del rock paraguayo”), dibujante, poeta, cuentista, novelista, rebelde irredimible, motoqueiro apasionado, gua’i de nacimiento y luqueño por adopción.
Lo conocí por primera vez en los años 70, a través de las páginas de la revista Ñandé, cuando leí sus primeras tiras de un personaje desopilante, El cacique Kangueró, que él guionaba y dibujaba con crítico humor, y luego empezamos a cruzarnos en varias aventuras editoriales, especialmente en El Raudal, bajo la batuta de Roberto Goiriz.
Compartimos ser instructores en varios campamentos de teatro juvenil, peñas, conciertos, charlas... Siempre me impresionó su vitalidad creativa, su espíritu eternamente juvenil, su ductilidad, su inconformismo. Una de sus mejores y más clásicas canciones, “Qué le pasará a mi gente”, ganó protagonismo en versión del grupo Sembrador. (“¿Qué le pasará a mi gente/ que la noto diferente/ sacudiéndose el sopor?/ Hoy la siento más consciente/ como mirando de frente/ sin asomos de temor…”). 
Me sorprendió gratamente cuando me contó que el periodista Andrés Colina, protagonista de su novela “Razones de Estado”, publicada en 2005, había sido inspirado en mi labor profesional.
Ahora dicen que Chester ha muerto este mediodía, víctima de un infarto, cuando se encontraba escribiendo en su computadora, en su casa de Luque.
¿Será…? Probablemente solo ha decidido iniciar un nuevo tour, con su infaltable campera negra y su clásica guitarra en la espalda, deslizándose por encima de las nubes en su vieja y potente moto, tal cual fue eternizado en la película "Mirame no me tokei" de Enrique Collar.

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